Las cotizaciones locales del mercado de capitales han venido desde hace tiempo descontando no sólo el viento de cola externo, sino que desde hace años podemos decir comenzó a “pricear” -con mayor o menor ritmo- las expectativas de un cambio político que se concretó en diciembre pasado.
Desde ahí, si bien se empezó una sintonía más fina en cuanto a las expectativas económicas, se puede decir que Argentina volvió al radar del mundo. Pero no nos vayamos para atrás, sino hacia el presente y el futuro inmediato.
Aún con algunos ruidos internos propios -entre ellos, un gradualismo fiscal quizás mayor al deseado-, se entiende que se van sumando señales de reactivación económica y una inflación en descenso que nos permite seguir convalidando expectativas positivas para los precios locales. Incluso si sumamos a esto, por ejemplo, la posibilidad de un blanqueo con resultado exitoso -con lo que ello implica también para las proyecciones del tipo de cambio- y porque no un escenario externo que siga jugando a nuestro favor.
De corto plazo, igualmente, esto no impedirá cierta volatilidad por momentos alta y una selectividad que podrá seguir creciente.
En este último punto será driver en las próximas semanas y -si hacemos referencia sólo a lo propio- las audiencias del sector energético con el objetivo final de una revisión integral del marco tarifario, y hasta un poco más allá el comienzo de una nueva temporada de balances.
Dentro de lo económico podemos citar desde la expectativa sobre la normalización de las relaciones con el FMI, pasando por la presentación del Presupuesto 2017, y hasta lógicamente el monitoreo de cerca del camino descendiente de la inflación.
Algo último que hoy se emparda con la caída lógica de las tasas de interés (aunque con el objetivo de mantenerlas en términos reales positivas) y un dólar estable con estimaciones cada vez más contenidas para los próximos meses, que no apura por el momento una dolarización acelerada de las posiciones.
En este marco, si debemos armar una cartera de muy corto plazo. un mix entre pesos y dólares puede ser aconsejable.
En pesos las letras de corto plazo siguen siendo interesantes, como los bonos a proveedores de la Ciudad y la Provincia que rinden algunos puntos más que la Badlar.
Son opciones más atractivas que lo que hoy ofrece una colocación bancaria, por lo que alocar entre un 20%-30% de un portafolio en estos instrumentos no debería ser una mala decisión de corto.
Incluso podemos sumar, luego de la corrección reciente, bonos en pesos indexados por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER) como el Boncer 2021 o el Descuento dependiendo del perfil de riesgo del inversor.
Por otra parte, en dólares, para los más conservadores, y de corto plazo, los dollar linked -teniendo en cuenta su volatilidad- son recomendables. Mientras que, sin dudas, para el mediano plazo la atención se centra en la posibilidad de comprimir spread dentro de la curva de títulos tanto soberana como provincial. Ya hablamos acá de las tasas que hoy se ofrecen. Acá podemos ubicar un 40% de una cartera.
Mientras que, aunque con ya una visión de mayor plazo (y hasta más agresiva), un 20%-30% de un portfolio en acciones no debería ser mala alternativa.
Hay acá para sumar valor siempre que finalmente se termine completando la recuperación económica -con todo lo que ello implica-, y la reinserción de Argentina al mundo.
Igual, y remarcamos, el sendero no está libre de espinas. El camino no será alcista directo, sino que tendrá serruchos dando posibilidad de trading e ir acumulando riesgo argentino de fondo.